Muchas veces me pregunto cómo habría sido mi estancia en Senegal si no os hubiera conocido. No voy a decir ni mejor ni peor, solo diferente. No habría ni visto, ni sentido todo lo que he visto y sentido. Jamás habría conocido a todas esas personas maravillosas que he conocido. Y probablemente no sería la persona que soy ahora mismo. Porque en mi opinión, somos lo que experimentamos y vivimos.
Llegué a Senegal una semana más tarde que vosotros, con las pilas cargadas para estar 15 días ayudando en la Pouponnière, ayudando a dar biberones, cambiar pañales y jugar con los bebés. Pero pronto me dijisteis que la realidad fuera de allí era muy diferente, ofreciéndome acompañaros al dispensario y poder descubrir así como es el día a día en Dakar.
Rápidamente vi que había mucho más que hacer, y cuando me ofrecisteis acompañaros a Sangué no lo dudé ni un momento, las oportunidades vienen una vez en la vida, y hay que aprovecharlas!
Pronto me di cuenta que no hace falta ser sanitario para ayudar. Sor Hortensia bien dijo que algo habría que yo pudiera hacer. Acabé ayudando en la guardería, animando a los peques a hablar francés, felicitándoles cuando hacían bien las cosas y poniendo orden cuando la profesora salía a hacer algo.
¿Os acordáis como corrían a abrazarnos chillando “Toubab” cuando llegábamos? ¿Cómo nos cogían de la mano y nos miraban sonrientes?
Gracias chicos por la gran labor humanitaria que habéis realizado en Senegal.
Porque habéis tenido el valor de dar el primer paso para emprender este gran proyecto, el coraje para luchar ante las adversidades y la fuerza y perseverancia para conseguir enderezar y llevar a buen fin, eso por lo que tanto habíais luchado.
Por compartir vuestra experiencia con vuestros amigos y conocidos, dando así a conocer a todos lo que otras personas extraordinarias hacen en esos lugares que algunos ni saben que existen.
Por poner vuestro pequeño granito de arena, que como bien me habéis dicho en repetidas ocasiones, no importa lo que se haga, aunque sea poco, granito a granito se hace montaña.
Pero sobre todo por dejarme participar en vuestros proyectos y darme la oportunidad de visitar los dispensarios y acompañaros a Sangué. Por enseñarme a ver el mundo con otros ojos y a vivir la vida al máximo, porque “la vida es eso que pasa mientras haces planes”, y todos podemos de una manera u otra ayudar, muchas veces simplemente estando allí.
¡MUCHAS GRACIAS!
Y sobra decir que contéis conmigo para proyectos futuros.
Leticia F.D.
Tiene 33 años, natural de Madrid. Es ingeniera industrial y trabaja en Airbus, Hamburgo.