Va a hacer un mes que volvimos a casa. Tiempo suficiente para que todo vuelva a la normalidad. O no.
Porque después de un viaje así algo cambia. No es un cambio físico ni un cambio superfluo. Hablamos de un cambio interno, un cambio emocional.
Vuelves con un trocito de Senegal dentro de ti. De su gente, de sus costumbres, de su forma de ver la vida. Forma al fin y al cabo impuesta por la suerte o mejor dicho la desdicha, de haber nacido en una parte del mundo olvidada. Donde tu vida no vale ni lo que nos cuesta el envoltorio de uno de los tantos regalos que recibimos en estas fechas, ni el de uno de los platos de comida que dejamos sin tocar en estas fiestas.
Durante este mes hemos ido viendo lo afortunados que somos por haber nacido en el hemisferio rico, el poderoso, el que gobierna sobre el resto. Y tenemos tanta suerte que aun así nos quejamos…
Sanidad, educación, mujeres y juventud. Cuatro aspectos que hemos tratado en nuestro viaje. Consultorios llevados por personal muy competente que hace lo que puede con lo poco que tiene. Escuelas que enseñan valores desconocidos por los niños del primer mundo. Mujeres que son el motor del continente. Jóvenes que intentan labrarse un futuro en un país que vive anclado en el pasado.
Nos hemos vuelto con la mochila llena de buenos momentos y con la sensación de que queda mucho por hacer. Sin duda repetiremos. Ha sido un mes lleno de emociones y aprendizaje. Un mes que no voy a olvidar nunca.
Carolina Martínez
Ilicitana, 31 años
Enfermera de Hospitalización de Medicina Interna.
Hospital Universitario del Vinalopó, Elche, Alicante